El 8 de Marzo paramos todas
El 8 de Marzo conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres, una fecha en la que se celebran los logros alcanzados en la lucha por la igualdad de la mujer, tanto a nivel político, como económico y social. No obstante, es también un día reivindicativo en la agenda feminista en el que se recuerdan los retos pendientes, que a día de hoy, son muchos: nos están matando.

El 28 de febrero de 1909 se celebró el primer “Día Nacional de la Mujer en Estados Unidos”, después de una declaración que hizo el Partido Socialista de América, y se siguió celebrando en esa fecha hasta 1913. Este ejemplo fue seguido por mujeres europeas pertenecientes a la Internacional Socialista, reunida en Copenhague en 1910, en la que reivindicaban los derechos de las mujeres y la instauración del sufragio universal. Participaron más de 100 mujeres de 17 países, quienes aprobaron que se instaurara la celebración, aunque no fijaron ninguna fecha. A raíz de esa reunión, el 19 de marzo de 1911, se celebró por primera vez en la historia el “Día Internacional de la Mujer” en Dinamarca, Alemania, Austria y Suiza. La fecha se conmemoró con mítines a los que acudieron más de un millón de personas, quienes exigían que las mujeres tuvieran derecho al trabajo, a ocupar cargos públicos, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.
El 22 de noviembre de 1909 Clara Lemlich Shavelson, de 23 años, después de escuchar durante 25 minutos a los hombres hablar sobre los inconvenientes de participar en la huelga laboral que se estaba convocando desde septiembre en algunos sectores de la industria textil de Nueva York, se levantó y dijo que quería hablar. Subió al estrado y declaró en un discurso considerado crucial para la consecución de los derechos laborales, que todas las trabajadoras y trabajadores que confeccionaban camisas debían ir e irían a la huelga.
El 23 de noviembre de 1909 se lanzó la huelga laboral de once semanas en la industria de las camisas de Nueva York (New York’s shirtwaist industry). Bautizada como la “Sublevación de las 20000 (The Uprising of the 20,000)” o la “Huelga de las camiseras”, fue la mayor huelga de la mujer en Estados Unidos hasta la Marcha de las Mujeres contra Trump realizada este año. El 24 de noviembre alrededor de veinte mil trabajadoras, en su mayoría mujeres, salieron de las fábricas. La huelga duró hasta febrero de 1910 y terminó en un “Protocolo de paz” (“Protocal of peace”) o acuerdo entre empresarios y sindicalistas, que permitió a las huelguistas volver al trabajo y satisfacer, en alguna medida sus demandas: mejores salarios, reducción de la jornada laboral, igualdad salarial e igualdad de trato para los y las trabajadoras que estaban afiliadas a los sindicatos y aquellas que no lo estaban.
Días después, el 25 de marzo de 1911 el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist sirvió como catalizador para conmemorar el Día de la Mujer en este mes. El día serviría también como homenaje a las fallecidas de la fábrica textil, creando un gran eco a nivel mundial. La tragedia repercutió en la legislación laboral estadounidense y en la necesidad de que las mujeres gozaran de mejoras en sus condiciones laborales.
En 1917, después de que dos millones de soldados rusos murieron en la guerra, mujeres rusas escogieron el último domingo del mes de febrero para llevar a cabo una huelga que exigía pan y paz. Los dirigentes políticos se oponían a la elección de esa fecha para la celebración de la huelga, pero las mujeres salieron a la calle como símbolo de protesta y cuatro días más tarde el Zar abdicó y el gobierno provisional otorgó a la mujer el derecho al voto. Ese domingo histórico, 23 de febrero según el calendario juliano usado en aquel entonces en Rusia, corresponde al 8 de marzo del calendario gregoriano utilizado en el resto del mundo.
Finalmente, el 8 de Marzo acabó de oficializarse en 1977, cuando la Asamblea General Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el Día Internacional por los Derechos de la Mujer.
Pero, como ya comentaba al principio, los avances han sido pocos, ya que a día de hoy, las cifras del feminicidio a nivel internacional cada día son más altas, nos están matando, los derechos conseguidos son cuestionados y vulnerados por un sistema político que sigue sin escuchar nuestras voces y por sectores neoconservadores que nos siguen relegando a ser ciudadanas de segunda, nuestros empleos son desiguales, invisibles y precarios, siguen colonizando nuestra sexualidad,… Así, el 2016 y el 2017, se han convertido en nuevos hitos en nuestra historia, ya que ha surgido un movimiento global feminista, un nuevo internacionalismo, que reclama nuestro derecho a decidir sobre nuestros proyectos de vida y que grita fuerte: “Ni una menos” y “Sin nosotras se para el mundo”.
“Ni Una Menos” se ha convertido en un grito colectivo contra la violencia machista. Surgió de la necesidad de decir “basta de femicidios”, porque en Argentina cada 30 horas asesinan a una mujer sólo por ser mujer. La convocatoria nació de un grupo de periodistas, activistas, artistas, pero creció cuando la sociedad la hizo suya y la convirtió en una campaña colectiva. A “Ni Una Menos” se sumaron miles de personas. El 3 de junio de 2015, en la Plaza del Congreso, en Buenos Aires y en cientos de plazas de toda Argentina, una multitud de voces e identidades demostraron que “Ni Una Menos” es el comienzo de un camino nuevo.
Un año después, el 19 de octubre de 2016, tuvo lugar el “Miércoles Negro”, tras el asesinato de la joven Lucía Pérez, de 16 años de edad, multitud de mujeres vestidas de negro se movilizaron. Este día, se conoce en Argentina como el primer paro nacional de mujeres contra el feminicidio. Pararon en sus casas, oficinas, escuelas, hospitales, juzgados, redacciones, tiendas, fábricas o donde estuvieran produciendo, durante una hora para exigir: “basta de violencia machista, vivas nos queremos”.
Este fenómeno se ha viralizado en todo el mundo, mediante una imagen con el hashtag #NiUnaMenos, que llama a las usuarias de redes sociales a cambiar su foto de perfil en protesta contra la violencia machista.
Pocos meses después, el 21 de enero de 2017, se efectúa la “Marcha de Mujeres contra Trump”, convocatoria promovida por organizaciones feministas y de defensa de los derechos humanos. Fueron más de 500.000 las participantes en Washington DC, el doble de lo esperado. Manifestación que subraya el hecho de que no pueden permanecer “indiferentes” al ver como el nuevo presidente de la primera potencia mundial se prepara para aplicar una ideología con violencia sexista, racista, homófoba y xenófoba. Esta marcha se extendió a diferentes países del mundo, por ejemplo, en Barcelona, unas setecientas mujeres, se manifestaron para mostrar su rechazo al nuevo presidente de Estados Unidos y sus políticas.
Y, este 8 de Marzo, paramos todas. Las organizaciones feministas en todo el mundo hemos unido nuestras fuerzas en un grito común para denunciar tanto el desigual reparto en el empleo, en los trabajos de cuidados, en el acceso a la riqueza, como para exigir el fin de la violencia machista.
La idea de este paro, al igual que el “Miércoles Negro”, ha sido tomada de una exitosa convocatoria ocurrida en 1975 en Islandia. Un 24 de octubre, el 90% de las mujeres del país no asistió a trabajar para salir a manifestarse por la igualdad de género. El evento se conoce como “El Día Libre de las Mujeres” y fue un hito en ese país. Más de 25.000 mujeres salieron a las calles de Reikiavik. Paralizaron el país por completo, los bancos, escuelas y tiendas tuvieron que cerrar. En lugar de ir a la oficina, dedicarse a las labores del hogar o a cuidar de sus hijas, tomaron las calles de Islandia para manifestarse por la igualdad de género. Este evento, cambió la percepción sobre las mujeres en el país y ayudó a situarlo a la vanguardia de la lucha feminista.
Así que tengan cuidado porque las feministas seguimos estando unidas, en lucha y paramos el mundo.
“El 8 de Marzo en el Febrero Feminista paramos porque nos estáis matando. Paramos porque no queremos que haya ni una menos. Paramos porque nuestro trabajo de cuidados en el hogar y fuera de él no se valora ni visibilizan. Paramos porque no tenemos igualdad en el empleo. Paramos porque nuestros cuerpos se siguen mercantilizando. Paramos porque nuestra sexualidad está colonizada. Paramos porque queremos ser madres y no serlo. Paramos porque no nos dejáis parar. Paramos para que nos escuchéis. Paramos porque estamos cabreadas. Paramos porque somos insumisas al sistema patriarcal. Paramos para visibilizar que sin nosotras se para el mundo. Si tan innecesarias somos, pues paramos.”
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