CORPORACIONES SINDICALES,  INEXISTENTES Y MUY CARAS

Intersindical Aragón-COBAS, denuncia públicamente la actuación de las corporaciones sindicales de Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores en esta crisis del COVID-19.

Los agentes sociales elegidos por el Estado para alcanzar los acuerdos que este necesitaba en su tarea frente a la crisis sanitaria que nos ocupa, no han sido fieles a la clase trabajadora y nuevamente como en otras ocasiones, se han posicionado del lado del poderoso, de la patronal, con la excusa de salvar a las empresas a golpe de ERTES y ERES, y por supuesto con el ojo enfocando a las grandes empresas.

En los albores de la pandemia, no tardaron mucho en satisfacer a CEOE Y CEPYME y acto seguido le pasaron el acuerdo al gobierno para que este sin protestar mucho lo convirtiera en reales decretos, que garantizaban a las grandes corporaciones, las empresariales y las sindicales, mantener su poder a costa de cargar al erario público con los salarios y las cotizaciones a la seguridad social de miles y miles de trabajadores.

Lo que a primera vista puede dar la sensación de actos de responsabilidad por nuestros representantes sindicales, no ha sido más que continuar con la política de ponerse a salvo institucional y económicamente y seguir sin mostrar los dientes a una patronal neoliberal y un joven y supuesto gobierno progresista, que a decir verdad poco o nada podrá conseguir ante la vorágine del capitalismo que sacude nuestro mundo globalizado, con políticas alineadas con el poder.

Queremos expresar nuestros motivos para rechazar las gestiones que desde hace años vienen desempeñando CCOO y UGT, dentro y fuera de los comités de empresa, donde bajo la impresión de organizaciones comprometidas, que gozan de recursos suficientes para asesorar y por ende defender a los trabajadores, han camuflado una pereza sindical infinita que deja abandonada a la clase trabajadora, sobretodo en momentos cruciales como la crisis del COVID-19.

El principal error que cometen, es pensar que el poder que les ofrecen medios de comunicación y poder mediático, está por encima de la inteligencia del sindicalismo alternativo, el de verdad, el que no recibe subvenciones millonarias, el que no tiene mantenidos, ni representantes en los consejos de administración de las grandes firmas del IBEX-35. Por tanto, y bajo esa premisa lanzan proclamas de responsabilidad y defensa de los puestos de trabajo sobretodo en grandes empresas, acudiendo sin pudor alguno a la aplicación de los recurrentes expedientes de regulación (de los que tienen amplio conocimiento en Andalucía para más señas), condonando a las fuertes economías empresariales los salarios de sus trabajadores. El Estado a través de dinero público, como no podría ser, asume el pago de nóminas y cotizaciones, bajo amenaza de la deslocalización de fábricas y líneas de producción, en donde estas dos grandes entidades sindicales asumen prácticamente el control de los Comités de Empresa, por lo que el empresario de paso se asegura las firmas necesarias en los acuerdos pertinentes. Indudablemente, a esto que no le llamen sindicalismo.

Las ayudas del Estado tienen que estar destinadas a cubrir las necesidades de los más desprotegidos, de los trabajadores en precario, de los explotados, de los angustiados bajo presión del empresario, que los hay y que sin duda nuevamente serán los paganos de una crisis que ellos no han generado. El dinero público no puede ser destinado a engordar las cuentas de las grandes fortunas que coaccionan al gobierno con la deslocalización de mano de obra, ya que atendiendo a esta razón, estamos destinando enormes recursos económicos muy necesarios para atender a la clase trabajadora que no goza del respaldo de capital suficiente para abordar jornadas sin trabajar. Por el contrario, las enormes compañías que han utilizado las fórmulas que sindicatos y patronal pidieron al gobierno, podrían perfectamente subsistir y asumir las jornadas de trabajo no realizadas, buscando alternativas a través de los Comités de Empresa, siempre bajo la premisa de la asunción compartida de esta indudable crisis sanitario-económica.

Es tentador a las mentes de nuestros dirigentes sindicales, asumir el rol de apéndice del sistema y entrar en el juego de la negociación unilateral y en nombre de tantos y tantos trabajadores, que ciertamente no les han elegido para ello, aunque se esfuercen en adulterar sus cuotas de afiliación, que por cierto cada vez son más débiles. Su  juego de despachos y consejos no tiene nada que ver con la clase trabajadora de este país, todo lo contrario, es una burla y un insulto a la honorabilidad de los que sufren para llevar un salario a casa a golpe de leyes y preceptos legales que se lo ponen cada vez más complicado. Salir en televisión, dando apretones de mano a quien luego será tu verdugo, aparte de llenar el ego mediático de algún complejo remoto, no sirve más que para engañar a la clase trabajadora y seguir alimentando una bestia que, de no poner remedio nos devorará vilipendiando los escasos derechos laborales que a día de hoy nos acompañan.

Qué lejos queda para CCOO y UGT la lucha de derechos por los más combativos de cada organización en las zonas urbanas e industriales, como la mina gijonesa de La Camocha o las huelgas ferroviarias. Qué lejos la labor sindical de defender a los más desprotegidos, de organizarse y autofinanciarse, de ejercer como verdaderos optimizadores de los intereses de la clase obrera y qué lejos la decencia de unos líderes sindicales que no tenían precio y que tras pasar la jornada en el tajo, salían a defender la libertad de sus compañeros y los derechos de los trabajadores.

Los agentes sociales que representan a los obreros, llevan años convertidos en estrellas sindicales con planes de pensiones y bolsos de piel, que reciben suculentas cuantías económicas de los presupuestos del estado y regentan edificios majestuosos que comparten piso arriba, piso abajo con patronal y grandes fortunas. La realidad distorsionada y profundamente confusa que reciben es tal que, se han atrevido incluso en plena crisis por el COVID-19, a pactar medidas lesivas para los trabajadores y las arcas públicas, favoreciendo nuevamente el empoderamiento de grandes empresarios, con gran parte del sector sindical alternativo en contra de sus decisiones.

Nos entristece profundamente tener que expresar nuestras condolencias a un sistema sindical agotado y en el que pocos trabajadores confían, pero debemos hacerlo por la salud del sindicalismo de clase, el combativo, el que está a pie de obra, el que no recibe un euro del Estado, el que no tiene liberados sin conexión con los problemas laborales y sobretodo el sindicalismo que hace en lugar de decir.

¡FUERA EL DESECHO SINDICAL! ¡QUÉ NO, QUÉ NO NOS REPRESENTAN!

¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA UNIDA Y ORGANIZADA!

Intersindical Aragón/COBAS

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
A %d blogueros les gusta esto: