La situación social en Francia no deja de degradarse en términos de precarización, pero también se degrada para “los de arriba” dadas la persistencia y la contundencia que expresan las movilizaciones populares.
Las masivas protestas contra los recortes en las jubilaciones se han solapado con la movilización ¡¡59!! de los “chalecos amarillos”. Lo peor es que estos hacen caso omiso de los incesantes intentos desmoralizadores de la prensa dominante que llevan semana sí y semana también decretando que bajan en número de asistentes a las manifestaciones de cada sábado. Parece como si los chalecos amarillos asumieran su rol de llama que hay que mantener, seguros de que podría servir para la llamarada final… Entretanto, y tal como declaran, la propia movilización es fuente de dignidad vital frente al “no hacer nada” y frente al suicidio individual, al tiempo que es una escuela donde se aprende cómo es el sistema más allá de su alienante propaganda y, más aún, donde se aprende que la resistencia para acabar con él es el “estado normal de las cosas”.
Va a ser cierto que los franceses son “muy suyos” y van un poco “por su lado”. Repárese en que cuando el capitalismo mundial había decretado el “fin de la historia” tras la caída del campo socialista y se disponía a aplicar su naturaleza más descarnada bajo la etiqueta neoliberal incluso en la Europa más desarrollada, la movilización obrera y popular en el país vecino arremetió contra los planes de Alain Juppé, quien había querido aprovechar la coyuntura histórica para aplicar planes de austeridad y recortes socio-laborales de caballo. Así, fueron aquellas grandes manifestaciones y huelgas de noviembre-diciembre de 1995, que paralizaron el país galo, las que asestaron un primer gran golpe a la legitimidad del “neoliberalismo”.
A partir de entonces se empezó a hablar de “otro mundo es posible”, lo que tendría una réplica contundente en la contracumbre contra el capitalismo financiero de Seattle de 1999. No vamos a entrar ahora en el rigor de tales lemas. Lo sustantivo realmente era que esto ocurría en el centro del “Estado del Bienestar”. Ciertamente ya focos y levantamientos de resistencia habían saltado en la periferia, como era el caso de movimiento insurreccional capitaneado por Hugo Chávez en 1992 como consecuencia del Caracazo de tres años antes; pero, como decimos, el sistema triunfante de la Guerra Fría no se esperaba esa contundente movilización en una de las primeras potencias. Así que no andan muy descabellados quienes afirman que el pueblo francés protagonizó “la primera gran revuelta en un país europeo contra el neoliberalismo” (*).
El caso es que actualmente los medios dominantes en Francia andan bastante desazonados porque no encuentran la manera eficaz de desviar y neutralizar las movilizaciones. Saben que los franceses tienen en su ADN el aprendizaje de que la revolución es fuente de derecho (y no al contrario) y, en consecuencia, no son ejemplares rindiendo pleitesía a eso de respetar la ley “por sí”. Es lo que explica que, hasta para hacer una huelga, aplican los servicios mínimos que garanticen… la eficacia de la huelga y no que la desactive. O que entre la juventud (y la que no es tanta) precarizada se esté extendiendo como la pólvora (casi sic) el derecho a la rebelión que consagra la I Constitución republicana de 1793, cuatro años más tarde de la toma de la Bastilla. Y que incluso contrapongan eso tan “antiguo” de 1793 a la protesta estudiantil de mayo del 68. Tal como refleja la imagen de portada de esta entrada.
Si la revolución francesa de 1789 suscitó un miedo continental entre los países del “Antiguo Régimen”; si las movilizaciones francesas de noviembre-diciembre de 1995 contra la austeridad y los recortes abrieron el ciclo de deslegitimación del “neoliberalismo” (en realidad, capitalismo en esencia pura) cuando todavía no había estallado la crisis de 2007-2008 en el centro del sistema; quién dice que no sean estas calles francesas, que proclaman cada vez más en masa el derecho a la rebelión contra este sistema capitalista criminal, las que abran las alamedas europeas por las que pasen sus definitivos sepultureros.
(*) Antentas Collderram, J. M. (2016). “El movimiento social de noviembre-diciembre de 1995 en Francia: la primera revuelta contra el neoliberalismo”
Algunos enlaces:
https://www.lefigaro.fr/actualite-france/la-porte-de-l-appartement-d-un-policier-recouverte-de-slogans-hostiles-20191207
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